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miércoles, 21 de octubre de 2015

Hola queridos lectores y amigos de la fauna. Quería haber escrito una entrada sobre migraciones hace semanas. Pero tésis, proyectos y clases me tienen apartado del blog.

En recompensa os dejo algo totalmente nuevo en el blog, un video de mis experiencias de campo, en este caso, con un macho de Loxodonta africana.

https://www.youtube.com/watch?v=5xtx9wYabuU&feature=youtu.be

lunes, 26 de enero de 2015

Incoherencia en la caza del lobo. (Conservación)




El lobo es un carnívoro social de la familia de los cánidos y ha sido uno de los carnívoros más extendidos a lo largo del mundo. Aunque sus territorios se han visto drásticamente reducidos, esta especie habita en Norteamérica, norte de África, casi toda Eurasia e incluso Australia en la forma de la subespecie conocida como dingo (Canis lupus dingo).
El territorio y población de este mítico animal se ven amenazados por el conflicto con el ser humano.  Es cierto que el lobo, puede llegar a interferir en los intereses del ser humano, pero su nivel de afectación es mínimo como para siquiera considerarlo problemático. Se dice que el lobo afecta a menos del 1% de la cabaña ganadera y a pesar de no haber podido acceder a dichos datos, en una publicación de Felipe Barcena titulada El lobo en Galicia se dice que afecta a un 1% de la ganadería en extensivo… si la juntamos con intensivo es de suponer que el resultado total es menor al 1%.
El lobo es un animal extremadamente complejo en cuanto a su etología. Al ser un superdepredador territorial, su número se va a ver claramente limitado por la cantidad de recursos en el territorio y como ocurre con todos las especies que ocupan tal nicho, es imposible que haya una superpoblación del taxón debido a la autorregulación por competencia intraespecífica. Sus efectivos demográficos se ven tanto limitados por los recursos, como por el territorio y por lo que es la propia especie.  Esto es algo muy básico, pero parece que no terminan de entenderlo algunos poderosos que hacen bailar números para poder abatirlos a tiros.

En un mundo en el que se confunden los términos “gestión” y “matar” y en el cual se pide el “control” (siendo este control sinónimo de muerte de ejemplares) para evitar o reducir los ataques al ganado, se está totalmente pasando por alto la realidad de esta especie.
Como ya he dicho el lobo es un cazador social, con grupos familiares de relaciones íntimas e intrincada organización en los que cada individuo ocupa un puesto que hace funcionar el conjunto de la manada. Esta capacidad de organización social es la estrategia que hace funcionar al lobo en su medio. En el momento el que el grupo sufre una baja, la pérdida del individuo tiene una repercusión social, estructural y práctica que puede desestabilizar la manada. Y es a causa de estos casos, cuando se suceden de forma más asidua los comportamientos aberrantes. 



La tesis doctoral de A. Fernández Gil demuestra que el “control” del lobo para evitar los ataques al ganado, al provocar bajas y desestructurar el grupo social, lo que hace es provocar e incrementar los ataques al ganado. Por lo tanto la muerte del lobo no solo es un fin atroz y nada conservacionista, sino que es una actividad contraria al fin que supuestamente se busca. El “control” del lobo por lo tanto es una falacia que únicamente pone en peligro la supervivencia geográfica de la especie.
Esto queda abalado no solo por los datos de la tesis de Fernández Gil los cuales proceden de la Cornisa Cantábrica, sino que el resultado es el mismo en Idaho, EEUU;  y en Australia.

Cercana a esta problemática del sector ganadero, tenemos la caza cinegética del lobo. En algunos lugares y empresas de caza, este colectivo que se dice a si mismo que lucha por la conservación, busca y ofrece la caza del lobo trofeo, a poder ser el macho alfa. Estas muertes cinegéticas producen el mismo impacto fatal en los lobos.

Existen estas evidencias, el lobo es un animal cuya etología se conoce muy bien. Es ya hora de que las autoridades competentes y aquellos que practican lo indefendible abran los ojos y dejen de mirar a otro lado cuando tienen la verdad delante de sus narices.

Referencias:

Barcena, F. 1990 El lobo en Galicia.

Fernández Gil, A.  2013 “Comportamiento y conservación de grandes carnívoros en ambientes humanizados. Osos y lobos en la Cordillera Cantábrica” tesis doctoral

Wallach, A.D., Ritchie, E.G., Read, .J y O’Neill, A.J. 2009. More than Mere Numbers: The Impact of Lethal Control on the Social Stability of a Top-Order Predator. PLos One

Wielgus, R.B. y Peebles, K.A. 2014 Effects of wolf mortality on livestock depredations PLoS One  

miércoles, 7 de enero de 2015

Empididae y la evolución del comportamiento sexual (Etología).



El comportamiento sexual, ya sea cópula o de cortejo, es extremadamente interesante y variado en el mundo animal, y obviamente no carece de explicación.
El comportamiento de los diferentes animales tiene también una trayectoria y origen evolutivo. Cuando observamos un comportamiento desde una perspectiva evolutiva podemos realizarnos preguntas cuya respuesta nos ayuden a comprender mejor al animal ¿Cómo surgió? ¿Cómo empezó? ¿se ha modificado con el tiempo?. Podemos encontrar algunas respuestas buscando en el origen filogenético. En el caso de tener una inferencia filogenética fuerte, podremos encontrar especies que puedan ordenar el comportamiento hacia la complejidad mediante variables de un comportamiento ancestral.


E. aerobatica, foto de E.M. Fisher.

                                 Empis aerobatica. Foto de E. M. Fisher
A veces es imposible el conocer la trayectoria evolutiva, pero en este caso hay una marcada evolución en el comportamiento sexual de algunos insectos empídidos. Estos dípteros son voraces depredadores, con hembras muy agresivas, por lo que el macho ha de trabajarse mucho el cortejo. En los géneros Hilara y Empis puede darse el caso de que el macho se acerque a la hembra con intenciones copuladoras y que esta lo tome por una presa, lo agreda y se acabó la historia. En las soluciones se ve la evolución del comportamiento.
 En algunas especies el macho se acerca a la hembra mientras la hembra come, para que al estar esta saciándose minimice las posibilidades de él mismo ser considerado una presa. 
En otra situación, los machos de alguna especie como Empis livida, capturan una presa que otorgan a la hembra para que esta se la coma y minimizar riesgos de depredación. En otras el macho envuelve parcialmente una o varias presas en un capullo de seda, para que la hembra tarde más tiempo en obtener la comida y así ampliar el tiempo de cópula y minimizar riesgo.  
 Otras especies, como Empis borealis e Hilara wheeleri, envuelven totalmente la presa en seda, así la hembra tardará más tiempo en desenredarla.  Incluso hay especies que otorgan alimentos deteriorados, secos o ya consumidos envueltos en el capullo.
 En el caso de Hilara sartor, Empis snoddyi y H. granditarsis,   el macho regala un capullo de seda sin alimento, engañando a la hembra que se entretiene en deshacer el capullo para no encontrar nada. En este comportamiento de H. sartor, el más evolucionado, parece que el macho consigue aplacar a la hembra sin tener que invertir en los costos de obtener alimento, pero la cosa es que esta especie se alimenta de néctar. 
La cosa es que la evolución del comportamiento, al verse ya condicionada por el paso evolutivo en el que el macho entrega un capullo a las hembras, ha hecho que las hembras valoren el regalo  (quizá como una muestra de fitness) y elijan a los machos que les traen un capullo (y si es grande, mejor). Ya que queridos amigos, la selección sexual siempre se encuentra antes de la selección natural. De ese tema ya hablaré en el futuro en este blog.
Asique si buscáis una explicación del comportamiento, ya sabéis, ¡barajad entre costos y ventajas!.

PD: como veis he escrito sobre invertebrados, aunque sabéis que mi pasión son los vertebrados.

Bibliografía:

Kessel, E. L. 1955. The Mating Habits of Balloon Flies. (Diptera: Empididae). Syst. Zool. 4: 97-104

Lorenz, K.  Sobre la agresión el pretendido mal. 1966.

Sadowski, Jennifer A.; Moore, Allen J; and Brodie, Edmund D. III, ‘The evolution of empty nuptial gifts in a dance fly, Empis Snoddyi (Diptera: Empididae): Bigger isn’t always better’, Behavioural Ecology and Sociobiology, Vol. 45, Nos. 3-4, 1999.