En estos días que las temperaturas comienzan a subir, el sapo común sale de su hibernación, desde ahora, ya podemos volver a encontrárnoslo en nuestros paseos por el campo.
El sapo común (Bufo bufo) es quizás uno de los anfibios mejor representados entre la fauna ibérica. Fácilmente visible debido a su vida terrestre en estado adulto y a su capacidad para colonizar diferentes hábitats, este animal como tantos otros sigue sufriendo la presión del hombre.
Me es imposible olvidar, los absurdos prejuicios que giran en torno a este interesante anuro. Desde que era niño, se me ha dicho que los sapos escupen veneno, que matan a los perros de caza porque les echan veneno y los envenenan... todo pamplinas.
Es cierto que los sapos cuentan con toxinas irritantes secretadas en la piel y a través de sus glándulas, pero es un mecanismo de defensa en caso de agresión. Es más, las nutrias cuando los consumen, los despellejan primero, por lo tanto el sapo no va a ir a escupir veneno, no ha salido de Parque Jurásico. Otro mecanismo de defensa interesante es el adoptar una postura erguida he inchar su cuerpo, para así evitar el caber dentro de la boca del agresor.
Está distribuido ampliamente por Europa, ocupando toda la Península Ibérica, colonizando ambientes que tengan cerca algún curso de agua mansa o lenta, a la que solo acuden para reproducirse o hidratarse.
De hábitos crepusculares, la mayoría de su actividad se desarrolla durante la noche.
Es en estos días de finales del invierno e inicios de la primavera, cuando con la subida de la temperatura, los sapos despiertan e inician su período reproductivo.
Los sapos tienen seleccionados los espacios acuáticos donde van a poner sus huevos, y realizan increíbles migraciones desde sus áreas de campeo hasta su lugar de puesta. Es en esta situación cuando se ven increíblemente vulnerables frente al ser humano.
En todo el mundo se han realizado contrucciones y actividades humanas que interfieren en la ruta migratoria de los sapos. En sus viajes hacia sus charcas o espacios de reproducción, los sapos atraviesan carreteras, lo que les supone una ámplia tasa de mortandad y limita el reemplazamiento de efectivos demográficos para este animal. Incontables sapos mueren en las carreteras cada año, otros se ven incapaces de sortear diferentes barreras que les cortan el paso.
Está en nuestras manos el en estas noches de invierno/primavera, el contribuir a evitar la masacre en las carreteras.
Cuidado amigo conductor, permitamos que los sapos puedan continuar con su migración, así nosotros podremos continuar disfrutando de este espectáculo de la naturaleza.
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